sábado, 31 de octubre de 2009

Entre ángeles e infiernos.

El abuelo resolviendo a última hora de la tarde.
Uff madre mía hace un ratito que termine de escribir la anterior entrada y han pasado más de treinta días y de cincuenta, ¡la virgen santa!. Como pasa el tiempo por estos mundos de dios infinito y todo poderoso. Pues es que me han pasado un montón de cosas en el tiempo que he permanecido mudo. Aunque mudo hacia el exterior, aquí, me he mantenido atento a los nuevos cambios y gratificantes visitas. Por un lado decir que los tiempos de pisca han terminado para mi. De momento mis experiencias agrícolas pasan al archivo de vivencias inolvidables, será divertido contárselo a los nietos. Ya no voy a relatar más sobre tan peculiar tarea pues ahora toca el momento de… Enjoying the life.
Haya por el día 16 de septiembre, abandonamos el orchard del tio Babbie y nos vinimos para Vancouver, otra vez. Ese mismo día recogimos en el “moderno y espectacular aeropuerto” a una pareja de ángeles que nos mandaba el omnipresente. Por un lado se unía a la expedición la negra, procedente del Moratalaz más profundo y barriobajero. Mitad señorita de dulce mirada mitad bandarra de billares, es enternecedor dejarse llevar por sus anécdotas y peculiares historias sobre yonkies y gentes con pequeñas diferencias de compresión pero no por ello menores cualidades para compartir con el resto de mortales esta generosa cantidad de oxigeno. Coincide también que es la hermana menor del negro y aunque parecidos y calcados en muchos aspectos de la vida cotidiana, para mi que la negra se ha quedado con más tonalidades Lima.

la negra supersonica.
Por otro lado y cogida de la mano la siempre modosita y tierna Moni. Ripense de pura cepa y recién licenciada en las maravillosas artes de la comunicación audiovisual, o lo que es lo mismo Señora directora de cine. No era raro verla perder los papeles en las frías mañanas de las Rocosas. Olvidaba su patrón de ángel cuando entraba por la puerta de la Reti espetando insultos hacia nuestras personas por el frío, anecdótico por otro lado, que pasaba cuando tocaba cambiar aguas. Así que las recibimos con los brazos abiertos, pues venían cargadas de besos y abrazos. Importante contacto que ya casi habíamos olvidado entre tanto norteamericano.

Pues en estas nos vimos, y sin perder más tiempo del necesario en la ciudad nos pusimos en marcha con dirección Este. La primera parada del grupo en su camino de exploración hacia tierras interiores no pudo ser otra que la siempre acogedora casa del abuelo. Nos recibió con los brazos abiertos y con un par de actividades para la iniciación de los ángeles en la dinámica del viaje. Como primer plato de entrada y sin dejarlas mucho tiempo para pensárselo, coronamos la primera cima del Chief por uno de los mil senderos alternativos que conoce el Sr Zuret. Tengo que decir que la ascensión se convirtió desde el principio en una tarea de grupo, pues es sabido por todos, que una cadena es tan débil como el más débil de los eslabones. Los ángeles con una extinta forma física luchaban para ganar metro a metro la batalla al cuestarrón en cuestión. En algunas ocasiones era necesario ayudarse de sogas para superar algunas trepadas y en otras tuvimos que explicarlas que la adherencia no es solo una cualidad de Spiderman. Y así, entre risas, sustos, pánico y más insultos conseguimos antes del ocaso fumarnos el último con magnificas vistas. Desde allí arriba olvidaron el infierno por el que habían pasado y se sintieron un poco más cerca de la tranquilidad del hogar. De vuelta al valle nos encontró la oscuridad y la bajada entre enormes árboles se hizo un poco pesada. Quitando los ángeles que bajaban a su rollito con las frontales del Black team, nosotros tres tirábamos de técnica arrastraos y como Gollums deseosos de anillo fuimos perdiendo desnivel.

LOOK!!!!!


En el monte el desayuno es una de las comidas más importantes, ya que en ella tienes que ingerir la mitad de las calorías que vallas a necesitar a lo largo del día pues la otra mitad se ingiere en la cena. Entre medias un vacío estomago permite a tu cuerpo un mejor rendimiento. Siempre cae alguna barrita energética o los típicos cacahuetes pero de comer nada de nada. Por ello los ángeles acostumbrados a tomarse un cafelito y da gracias el primer día pasaron del desayuno. Y así pasaron su primer y último día de ramadán entre ruidos estomacales.
La segunda actividad también estuvo bien. El abuelo con toda su generosidad regaló un par de gatos usados a cada uno de los ángeles y a las 2 o 3 de la tarde nos fuimos a probarlos al magnifico sector Malamute. Lo curioso de este área es que al contrario del típico sector, primero tienes que bajar rapelando y luego escalar. A si que nos vimos metidos en otra opereta de mil duros cuando Moni tuvo que luchar contra sus más cohibidores miedos para enfrentarse al vacío. La verdad que la primera vez que suspendes tu cuerpo y mente, miras hacia abajo, luego arriba, otra vez abajo y no entiendes porque cojones tienes que hacer tu estas cosas, es duro. Entiendo que es difícil encontrarle algún motivo razonable a la irracionalidad. Aunque a la negra se le daba mejor tardamos como una eternidad y media en conseguir llegar al botton. Poco le duro la felicidad y las risas a Moni cuando le dijimos que no teníamos tiempo para nada, que había que salir rápido de allí porque otra vez nos pillaba la oscuridad. Fue curioso el cambio de expresión y entendí que tendría que tirar de un lastre adicional al peso del ángel, su miedo. Se han escrito muchas historias sobre ángeles, que si son seres divinos, mensajeros de dios, puros y sin sexo que se encargan de cuidarnos a todos nosotros como el pastor a las ovejas. Livianos entes, que pueden volar y moverse cual abejaruco. Pero todo son habladurías banales. Creerme en este caso, se convirtió en una pesada masa de carne y hueso rígida y agarrotada por el miedo. Así que entre gemidos casi orgásmicos, entre el abuelo y yo pudimos izar a la celestial criatura por todo el muro. Se lo que se siente cuando el miedo está al otro lado de la puerta, esperando el menor descuido para entrar e inundar con su pesimismo y carácter destructor los rincones de tu maltrecha confianza. Aun así Moni se dejo izar por la pared y quitando algún que otro agujero en sus nuevos pantalones Trango de 70 Euros, todo salio bien y quedo en otra divertida historia que contar, sobre ángeles e infiernos.

La armada invencible.
Para la siguiente excursión, decidimos pasar una nochecita en el monte. Hay un refugio con sus dos laguitos súper chulo como a tres horas andando desde el parking. Desde el tienes perfectas vistas sobre tres bonitos macizos de la zona. Tantanlus resulta ser una cadena de bonitos dos miles con una accesibilidad un tanto curiosa. Ubicada al norte de Squamish el río del mismo nombre protege este parque casi salvaje. Muy pocas personas deciden hoyar sus cumbres porque antes de acometer los grandes desniveles tienes que cruzar el río. Hay dos puentes en la parte norte, donde el río pierde anchura, pero solo dan acceso a dicha latitud. Para la zona sur, se debe usar una barca, puedes contratar un aquataxi o usar una tirolina al más puro estilo aventurero. Por otro lado Manquam, con su bonito campo de hilo y también su atractiva inaccesibilidad. En este caso la complejidad del asunto recae en la cantidad de arbustos y vegetación salvaje que tienes que atravesar ya que no existen senderos. Necesitas como unos tres días para hacer cumbre y otros dos para volver. El abuelo me ha comentado que en invierno es más fácil ya que todo queda sepultado por metros de nieve. Por último el macizo del Mount Garibaldi, de los tres el de mejor accesibilidad. Por ello no es raro encontrarse con personas por los diferentes rincones del parque. Aquí si el tiempo me deja es donde empezaré a preparar la temporada, pues esa accesibilidad me permite ganar altura rápido y dejar el bosque por debajo de mi. Los bosque son precioso y todo lo que tu quieras pero un poco pestiño pues pierdes toda referencia con el exterior.

Elfin lake y el refugio al fondo.

Feliz cumbra para casi todos, jua jua jua.

Sin comentarios.

Super seta al ataqueeeeeee.

Singing in the rain.

Domingueando.
El caso que nos montamos en la Dusti fufu de Mela y para allá que nos fuimos. Durante toda la ascensión estuvo lloviendo y calaitos llegamos al refugio. Como no teníamos visibilidad para disfrutar del paisaje nos centrábamos en los alrededores del camino. Menuda alegría nos llevamos cuando entramos en el reino del Boletus. Como locos de un lado para otro nos movíamos navaja en mano, intentando encontrar otra preciada y exquisita pieza. Como dato negativo del fin de semana, tengo que mencionar la fiesta organizada de unas veinte personas en el refugio. Atónito me quede cuando al entrar todo mojado descubrí al grupo vestidos con trajes de noche, chaqueta y corbata. Volví a salir y a entrar, me pellizqué y pregunte al resto que si era posible. Efectivamente era real como que estaba calado hasta los huesos. Y ya sabéis que no hay una sin dos, por lo que nos toco dormir en el siempre softy suelo. Noche de borrachos y ya van no se cuantas noches que no consigo pegar ojo en refugio. A las siete en pie y todo el mundo en marcha a las nueve. Ascensión sin complicaciones al cono del volcán. Buenas vistas y de vuelta al valle.
A la siguiente aventura los ángeles no acudieron. Por motivos burocráticos disfrutaron de las comodidades del valle. El abuelo y su hija Natasha, Rulo y yo nos fuimos para el Black Tusk. El plan prometía y no defraudó. Hicimos un circuito de unos treinta kilómetros en dos días con la ascensión. Comenzamos con la aproximación hasta el espectacular lago Garibaldi, donde plantamos las tiendas.
campground

Garibaldy lake y Centienl glacier.

Macizo del Garibaldy.

Black Tusk desde el sur.

Cumbre Black Tusk.

Garibaldy lake.



Marte.

Pico y lago Garibaldy.

Inmenso lago de cinco kilómetros de longitud, alimentan sus aguas los glaciares Warren y Sentinel. Con un color turquesa que asombra por su irrealismo hasta la fecha ha sido de los que más me han gustado. Al día siguiente disfrutamos de un grandioso día soleado, una curiosa ascensión con trepada final y fantásticas vistas desde la cumbre. Pues el monte en cuestión es un volcán y el cambio de paisaje entre los dominios de los vegetales y las áridas y abrasadas lenguas de lava es comparable a la diferencia entre la Tierra y Marte. Como buenos curiosos, para el planeta rojo que nos fuimos y entre bosques muertos y colinas de ocres, rojizos, naranjas y amarillos colores fuimos perdiendo altura para entrar de nuevo en la espesura del bosque. Nos quedaban todavía unos doce kilómetros de bajada hasta Cheakamus Lake. Hay que mencionar que el abuelo aguantó como un campeón los envites de su maltrecha rodilla y tras diez horas de caminata llegamos al fondo del valle y a los confortables asientos del coche de Natasha.
No valláis a pensar que todo ha sido para los ángeles cuestarrón y sufrimiento. El yayo sacó la barca hinchable del baúl y aun nos dio tiempo para juguetear en algún laguito rico. Quitando el incidente que tuve con un maldito escarabajo todo salió a pedir de boca en la posada del Polaco. Resulta que estábamos en pleno éxtasis, rozando casi, casi el nirvana de la interacción con el medio. Habíamos abandonado a los ángeles en la barca por subirnos cuales monos por las ramas de un árbol. Retrocedimos millones de años en contra de la teoría de la evolución e incluso nos llego a salir rabo. Entre risas y gritos bajamos por el tronco hasta la orilla. Las chicas como viles diablos nos abandonaron y regresábamos descalzos hacia el embarcadero. De repente un insignificante escarabajo se cruza en mi camino. Como en ese momento era mono, me lo acerqué para inspeccionarlo más detenidamente. Mi sorpresa fue que el cachondo tenía un olor súper fuerte, casi fétido pero no. Llamé al yayo mono para mostrarle el descubrimiento y cuando me disponía a olerlo por última vez antes de pasar la bola, el hijo de cucaracha vil me lanza al ojo derecho no se que mierda de secreción por no se que ínfima glándula en su parte trasera que me obliga a soltarlo y cagarme en todos los invertebrados del planeta. Mientras el mono Rulo corría descalzo, gritando por las chinas que se clavaban en sus aun no callosos pies, hacia el embarcadero a por agua, yo daba tumbos de un lado para otro pensando que el mamón del bichejo me iba a dejar tuerto para los restos. Que horror pasé, un maldito escozor durante unos 20 minutos hasta que conseguí limpiar bien mi maltrecha pupila. Menos mal que todo quedó en un susto y tal, pero me río yo de los osos, pumas y demás come hombres. Queridos lectores otra vez queda claro que no por ser casi insignificante el enemigo u obstáculo nos podemos confiar.

De monos por la vida.

Be carefoure my friends.

Al día siguiente partimos pronto en la mañana hacia las Rokies, ¡¡¡POR FIN!!!. Tras dos días, mil cien kilómetros, trescientos arruinadores litros de gasolina y algún mantenimiento de niveles llegamos a Banff. La verdad que no se por donde empezar ante tanta grandiosidad y esplendor de vida salvaje. La primera noche dormimos en pleno Kootenay nacional park. A la vera de un río entre montañones y kilómetros y kilómetros de bosque denso. Se nos había cruzado un arce y algunos ciervos mientras conducíamos y estábamos como locos espectadores pegados a las ventanas de la misma manera que cuando de niños nos llevaron al Safari park. Cuando uno entra en las Rokies sabe que además de osos negros tienes Grizzlis y eso ya es otro cantar. Salir a mear en la oscuridad no vuelve a ser lo mismo y el caso es que no se cuanto tiempo necesitas para acostumbrarte a esa rutina pero desde luego nosotros no lo controlamos de momento.
A la mañana siguiente me desperté a las 7 para continuar la marcha y después de 10 minutos de conducción, en la margen derecha del río, descubro a una manada de lobos que bien madrugadores habían salido de paseo. Eran seis amigos supongo que en busca del desayuno, porque a esas horas o buscas un desayuno o buscas tres horas más de insomnio. El resto del Kootenay estaba asolado por un incendio ocurrido en el 2003. Miles y miles de hectáreas, tantas como el 40 % del parque había sido pasto de las llamas. Aun así la escena de los picos seguía manteniendo alto el nivel de atractivo. A las nueve de la mañana llegamos a Banff y así a primera vista me recordó a Chamonix. Aunque mucho más alpina la ubicación de la población francesa, los alrededores de Banff tienen ese toque de paraje salvaje que no se consigue sentir en la vieja Europa. Por descontado que hay sobre turismo, que además es del de adinerados y todo parece estar montado de una forma súper. No hay cabida para furgoneteros ni autocaravanas. No se ve mucho rastro de viajeros y gentes del campo.

Banff, down town.

2 de Octubre Banff.

Supuestamente a la entrada en los parques tienes que pasar por caja y pagar una cantidad por cada día que vas a permanecer en ellos. Además está totalmente prohibido pernoctar en cualquier lugar que no sea los previamente establecidos. Por supuesto estos lugares no son gratis y también se debe pasar por caja. Nosotros como buenos Españoles, nos hicimos pasar por Noruegos y no pagamos en ninguno de los casos. No recomiendo desde aquí esta modalidad en temporada alta, pero tratándose de finales de septiembre y que casi no había nadie por la zona es ridículo pretender cobrar. Lo típico de Banff creo que es ir de compras y cositas de esas porque poco más tiene la ciudad de interés. Lo interesante se encuentra en los alrededores, kilómetros y kilómetros de parques naturales preparados para ser explorados por un par de almas mediterráneas.
Rulin con uno de nuestros helados objetivos a sus espaldas.

Lago Morrein y el valle de los diez picos.
Lo que te decía del Moratalaz profundo.
El caso es que compramos la guía más dominguera que te puedas echar a la cara y dejamos que los ángeles decidieran que querían ver de tan gran atracción. El primer día nos dimos un apasionado paseo bajo las pilonas de la estación de ski Sunshine resort. Como dato positivo puedo decir que por lo menos he visto donde voy a skiar en el ivierno y donde puedo hacer bastante travesia con ascensión a tres miles. En la segunda “actividad” acometimos la difícil y asfaltada ascensión del Robson creck o algo por el estilo, entre domingueros profesionales y gentes sin animo de riesgo alguno. Por otro lado positivo de tan espeluznante travesía puedo decir que, ya le tengo echado el ojo a un buen cañón para empezar la temporada de cascadas. En la tercera actividad se lo curraron, todo hay que decirlo, tuvieron buen ojo, por fin los ángeles mostraban su lado más compasivo y decidieron tirar de nuevo hacia el cuestarrón. Desde el lago morrein, uno de los más bonitos de todo el Canadá empezamos el trekking hasta montar campo a 2400 m. 200 metros por debajo del Centinel Pass, collado donde empieza la escarpada ascensión del Mount Temple, 3550 m. Con un estilo intachable y sin más comentarios que los referidos a la belleza del lugar, en escasas 2 horas estábamos viendo el mejor lugar para montar la tienda. La irreconocible Moni lideró al grupo y sin paradas ni suspiros se comió las zetas como si se tratara de su plato preferido. A la orilla de un riachuelo y con vistas hacia el valle de las diez cumbres se llevo el gato al agua porque además nos daba la posibilidad de hacer una hoguera por la noche. Con ello calentaríamos nuestras almas y alejaríamos a posibles intrusos del campamento. Estuvo bien la velada, cenita a las seis de la tarde, vete a colgar al comida de un árbol para que papa oso no venga a molestar, mira que cagada de oso a escasos 100 metros del campamento, no se lo digas a las chicas que las tenemos mosca toda la noche, ok no te preocupes, a ver si somos capaces de hacer un fuego, pues parece que no, pues al final va a ser que si, menos mal. En fin una tarde de monte amena. A la mañana siguiente, 1200 m de desnivel en escasas 2 horas y media. Aunque no muy complicada técnicamente, la leve nevada y la escasa visibilidad en los últimos 200 metros le dieron a la ascensión un toque invernal bastante interesante. Otra cumbre en la mochila para el Black team y un montón de planes pendientes en la zona. Creo que las rokies se van a caracterizar por su mala calidad de roca, por fuertes pendientes que se desmoronan a tu paso y afiladas aristas por los siglos que no dan chance al que tiene respeto por la altura.

Dos picos del valle de los diez.

Moni expedition woman.

- Toma corredorcito rico rico, negro afila que vas a salir.
De vuelta al valle, la vieja dama empezó a chorrear aceite hidráulico y nos tuvo durante 45 kilómetros pensando que era el final de nuestra relación. Pero que va aguanto hasta Banff y allí después de pagar otros 350 dólares quedó otra vez como nueva, otra vez hasta que se vuelva a romper algo. Al día siguiente nos levantamos con un manto blanco en la ciudad y decidimos abandonar las rokies antes de que fuera demasiado tarde, pues el avión de los ángeles partía en tres días desde Vancouver.
De regreso a la costa la tormenta había dejado a su paso las rocosas cumbres con un blanco inmaculado. Se dejaban ver las canales y los espolones rocosos. Las futuras cascadas se intuían en los destellos del verglas cuando el sol le pega de refilón. Como loco disfruté de las interminables montañas. No os podéis hacer una idea de cuantas hay. Montañas y montañas y más montañas que no me cansaba de contemplar. Y mira allí y mira allá y como un descosido imaginando las posibles líneas. Y así con un principio de torticolis y otros no se cuantos mil dólares en sopa llegamos de nuevo al bullicio de Vancouver.
Mucho más se puede contar del viaje y de lo que paso en esos 23 días de ángeles e infiernos. Pero ahora va a ser que no, jajajaja. Nos lo pasamos en grande y disfrutamos de compañía celestial. Desde aquí les mando a las chicas un fuerte abrazo y muchos besos. Supongo que estarán descansando de nuestras palizas tanto como mis pulmones de sus cigarros. Las puedo imaginar, allí arriba, en el cielo, tiradas en la cama a las doce de la mañana tan agustito, esperando a que Lorenzo caliente el barrio de Vallecas para salir a dar una vuelta, en coche claro.